Hermano, y también amigo


















N° 79

Por Jack Fleming

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Pr. 17:17 "En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia".

Muchos son los hermanos que el Señor nos ha provisto en este transitar por el camino que lleva a la ciudad celestial, pero los que además de hermanos podemos considerar nuestros amigos, son muy pocos.

A muy temprana edad en mi vida cristiana me hicieron notar esa diferencia, yo tenía 18 años de edad y estaba identificado en una iglesia en la cual era uno de los predicadores que compartía el púlpito los días Domingos. El líder de esa congregación muy gentilmente nos llevaba en su lujoso automóvil todas las semanas al regreso a su casa, porque quien ahora es mi esposa y yo, vivíamos en esa dirección y nos dejaba cerca de nuestros domicilios.

En una oportunidad tuvimos un violento accidente en su carro con otro vehículo, nos llevaron a un hospital cercano y después de constatar que no había lesiones regresamos a nuestros hogares. El Domingo después de la reunión el líder me habló para pedirme si podía ir a declarar a la corte como testigo del accidente, porque su automóvil había sufrido daños de consideración.

Naturalmente le dije que estábamos dispuestos a declarar, pero él nos dijo que había conversado con su abogado y que le había pedido que no fuéramos a decir al juez que éramos amigos. Él nos dijo que le había dicho al abogado que no se trataba que nosotros tuviéramos que mentir, pero el profesional le había insistido que no era ninguna mentira, porque legalmente nosotros no éramos amigos, debido a que la ley define como amigos a quienes se visitan frecuentemente en sus hogares. Podríamos hasta haber estado ocasionalmente en su casa en algunas oportunidades, sin llegar a ser realmente amigos según la ley, y nos hizo notar que nosotros nunca habíamos estado en su casa. Éramos solamente hermanos que nos conocíamos en la iglesia, compartíamos el púlpito, pero no éramos "amigos".

Esa podrá ser una definición técnica de la ley de los hombres y que tiene mucho de sentido común, pero realmente ¿Quiénes son además de hermanos, nuestros amigos en la iglesia? Espera a cometer una falta que se haga pública y mira alrededor quienes son los que han permanecido a tu lado, esos son no solamente tus hermanos, sino que además, tus amigos.

Con justa razón la definición divina es: "En todo tiempo ama el amigo". En el camino de la vida existen etapas dulces y otras amargas, tiempo de prosperidad y de escasez. Y en esos momentos turbulentos muchos son los hermanos que se alejan, pero el que además de hermano es nuestro amigo, permanece a nuestro lado, y su compañía es como la sombra refrescante que encuentra el caminante debajo de un frondoso árbol regado por cristalinas aguas.

Dice Dios en Su Palabra, Pr. 19:4-7 "Las riquezas traen muchos amigos. Muchos buscan el favor del generoso, y cada uno es amigo del hombre que da. Todos los hermanos del pobre le aborrecen; ¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la palabra, y no la hallará".

Parece ser un axioma inexorable de la naturaleza humana, se acaban las riquezas, se acaban los amigos. Pero la soledad que muchas veces debe enfrentar el cristiano en su caminar hacia la Jerusalén celestial, no siempre se debe a esa condición egoísta y sórdida del ser humano.

Al considerar la vida de los grandes hombres de Dios que nos relata la Biblia, podemos ver que todos ellos tienen algo en común, la soledad que debieron enfrentar en el ocaso de sus vidas.

Nada más gráfico que la vida del mismo Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal, cuando repartió pan y sanó a los enfermos, muchos eran los que le buscaban y todos se consideraban sus discípulos, pero cuando enfrentó la cruz, hasta sus apóstoles huyeron y lo dejaron sólo.

El Señor había anticipado que sus discípulos no podrían esperar un trato diferente al que recibió Su Maestro. Y esto es lo que vemos en todos los hijos de Dios que con fidelidad y consagración han seguido por ese camino de la fe, mientras más alto es su nivel espiritual, mayor es la soledad que les rodea, porque esas alturas producen vértigos al hombre natural.

Hoy en día todos los que se consideran "siervos de Dios" son personas muy populares, con una gran multitud de seguidores, admiradas por el mundo y poseedores de muchas riquezas, de esas que el Señor dijo que nos alejáramos, porque no se puede servir a Dios y a las riquezas. Sin embargo el Señor ha dicho: Lc. 6:26 "¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas".

Un ejemplo de lo que significa el precio de la fidelidad y sus consecuencias con lo que es la verdadera vida de consagración, que siempre lleva el precio de la soledad, es el que nos dejó el fiel apóstol Pablo.

2Tm. 4:7 -16 "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Efeso. Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras. En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta".

Creo que también se puede comparar el camino de la fe con una gran pirámide, mientras más nos elevamos a esas alturas donde está la morada del que habita en la santidad, menor será la compañía de quienes nos rodean.

Is. 57:15 "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados".

Pero esa soledad tiene una recompensa altamente gratificante, como lo expresa muy bien el apóstol Pablo luego de describir el abandono que sufrió de parte de sus hermanos. 2Tm. 4:17 "Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león".

También podríamos mencionar la experiencia de la esposa de Cantar de los Cantares, ella podía disfrutar de la abundancia de la mesa del rey, del bullicio, la fama y todo ese jolgorio de la muchedumbre que rodeaba al monarca, pero nada de eso podía compararse con los momentos de intimidad que tuvo en la soledad de la cámara del rey.

Cant. 1:12-16 "Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor. Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos. Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi es para mí mi amado. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella; tus ojos son como palomas. He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; nuestro lecho es de flores".

Seguramente que todos recordaremos esa frase estremecedora que brotó como un grito de angustia del corazón de Elías, después de esos momentos de gloria y triunfo que tuvo en el monte Carmelo sobre todos esos falsos profetas de Baal. Ahora se encontraba en el interior de una cueva, sólo con sus temores, pero hasta allí llegó Dios y le dijo: ¿Qué haces aquí Elías?, y él en medio de su angustia le dijo a Dios: "Sólo yo he quedado".

Pero es en esos momentos de angustia y soledad, cuando mejor se puede apreciar la luz resplandeciente de la gloria del Eterno, fue allí cuando Dios le habló por medio de un silbo apacible y delicado. No fue en la cumbre del monte Carmelo o cuando estaba rodeado de su propio pueblo, sino cuando había quedado sólo es que pudo dialogar con mayor claridad con Su Señor, recibir ese alimento de ángeles y confirmar su misión.

Otro tanto podríamos decir de la vida del gran apóstol Juan, el discípulo que se sabía amado por su Señor, fue puesto en prisión y deportado a la isla de Patmos, y a una edad muy avanzada, cuando sus fuerzas habían sido reducidas a su mínima expresión, no hubo barreras ni prisión que lo detuvieran para remontarse hasta el tercer cielo, al igual que el apóstol Pablo, y en esa condición recibir la revelación más estremecedora que contiene la Biblia, el Apocalipsis.

Y estos ejemplos se han repetido a lo largo de toda la historia de la iglesia, porque el Señor siempre, en todas las épocas, se ha guardado fieles que no han doblados sus rodillas.

Podríamos mencionar a John Bunyan, a quién Satanás creyó poder aplastar en una prisión mal oliente de Inglaterra, pero desde allí su espíritu voló muy lejos y su testimonio y su libro del Peregrino ha sido uno de los más influyentes en el mundo cristiano.

Para obtener el vino que alegra el corazón del hombre, es necesario primeramente exprimir el grano de uva. Al igual que para lograr el aceite se necesita triturar la oliva, de igual manera para obtener lo mejor de un creyente, Dios primeramente lo comprime en su propia esencia natural para hacer escapar de él su humana condición, hasta moldearlo en Sus manos y transformarlo en un instrumento útil para llevar Su Palabra.

1Pd. 4:12-13 "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría".
1Pd. 5:9 "resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

Seguro estoy que el precio de la fidelidad a Dios tiene como fruto no solamente el ser moldeado por Su Creador, sino que además el abandono de muchos que dicen ser amigos y hermanos.

Como resuenan en mis oídos esas palabras del Señor, cuando después de haber expuesto Su verdad, muchos de aquellos que se llamaban discípulos se volvieron atrás, abandonando a su Maestro.

Jn. 6:60 "Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?"
Jn. 6: 66 "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él".

Y ¿qué diremos cuando el Señor subió al monte a orar antes de enfrentar la muerte? Escogió a tres de sus apóstoles para compartir esos momentos de intimidad con Su Padre. El relato bíblico nos dice:

Mt. 26:36-40 "Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?".

Estimado hermano, si te encuentras en las alturas del Getsemaní orando en aflicción a tu Padre, ten la certeza que muchos de aquellos que decían ser tus amigos, ahora ya no están a tu lado, porque ese lugar aterroriza a los débiles y adormece hasta los más íntimos que decían ser tus amigos.

Puedes tener la seguridad que ese aroma delicado que emana de Su fragancia divina, no puede ser compartido por muchos, y que aún en medio de tu soledad, hasta allí llegará el Todopoderoso para decirte amorosamente que él está a tu lado. Y podrás decir lo mismo que el apóstol Pablo cuando fue abandonado por todos sus hermanos:

2Tm. 4:17 "Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león". Amén, Sí Señor.

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