Por Jack Fleming

















Capítulo 15

"El Sábado es una señal entre Dios e Israel. En la iglesia el Domingo es el día del Señor".

Ex.31:13 y 17 "Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad VOSOTROS guardaréis mis días de reposo, porque es señal entre mí y vosotros" "Señal es entre mí y vosotros" "Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel".

Los que pertenecemos a la iglesia, somos hijos de Dios, no hijos de Israel, 1Jn.3:2 "Amados, ahora somos hijos de Dios".

Guardar el día Sábado, implicaba mucho más que tenerlo como un día de reunión. Es verdad que era el día en que principalmente los judíos iban al tabernáculo y posteriormente al templo, para cumplir con los ritos y ceremonias que les mandaba la ley.

A los gentiles no les estaba permitido ni aún acercarse a ese lugar, por lo tanto claramente queda establecido que eso no era para nosotros los que no somos judíos.

Existía una serie de ordenanzas que debían cumplir para no quebrantar el Sábado. No podían prender fuego. No era suficiente con no trabajar, sino que tampoco podían aprovechar el trabajo de otros en ese día.

Significaría que en nuestros días, el que pretendiera guardar el Sábado; no podría usar la luz eléctrica, porque se estaría aprovechando del trabajo de todo el personal de esa planta que abastece el vital elemento; lo mismo sería con el agua, el teléfono, locomoción colectiva, etc.

Pero leímos en nuestro pasaje, que el Sábado fue dado como señal entre Dios y su pueblo terrenal, Israel, en los días de Moisés. Eso fue lo que Dios le ordenó a Moisés como parte de la ley que le entregó a ellos y no desde la creación, como pretenden los judaizantes contemporáneos.

Lo que en Génesis capítulo dos se establece, es que Dios descansó uno de los siete días de la creación. Pero la ordenanza al hombre (específicamente a Israel), comenzó con la ley que el Señor le entregó a Moisés.

Para el judío que debía trabajar y perseverar primeramente con todas las ordenanzas de la ley, para luego gozar de la bendición del Señor, el orden de la distribución de los días de la semana era absolutamente lógico.

Primero debían trabajar, para luego descansar el último día de la semana, el Sábado. Eso era un fiel reflejo del pacto que habían hecho con el Señor; primero "hacer" y si eran fieles y perseveraban, entonces podrían descansar y disfrutar de la bendición de Dios.

Todas las promesas que le entregó a esa nación comenzaban con un "si" condicional. "Si hicieras esto y aquello, yo te daré esto y lo otro". Bendiciones todas de carácter terrenal, como corresponde a un pueblo terrenal; usted lo puede comprobar con la simple lectura de la Biblia (por ejemplo: Dt.28).

Esta es la razón por la que todos los hombres fieles del Antiguo Testamento, los patriarcas, fueron muy ricos; en recompensa a su fidelidad. Pero al pueblo espiritual, la iglesia, a los que tenemos nuestra ciudadanía celestial, Dios le ha prometido tesoros en el cielo, y en la tierra una cruz y el rechazo del mundo.

Mr.10: 21 (Jesús le dijo) : "tendrás tesoros en el cielo".
Mt.19:23 "difícilmente un rico entrará en el cielo"
Lc.9:23 "tome su cruz cada día, y sígame".
Mt.10:24 "el discípulo no es más que su maestro. Bástale al discípulo ser como su maestro".

Los comerciantes de la fe de nuestros días se esfuerzan por mezclar estos dos pueblos (Israel y la iglesia), para poder de alguna manera justificar las riquezas que han acumulado manipulando el nombre Santo del Señor. Pero el Señor, siendo Rey de reyes, nos dejó un vivo ejemplo de lo que él desea de nosotros, austeridad.

Él, pudiendo haber escogido donde nacer, lo hizo en un pesebre, vivió en la casa de un carpintero, durante su ministerio público no tuvo donde recostar su cabeza (no en hoteles cinco estrellas ni en casas del barrio alto); en su muerte, lo pusieron en una tumba prestada.

Sus discípulos fieles siguieron el ejemplo marcado por el Señor (muy lejos de lo que hoy vemos en muchos pastores; el papa y toda su cúpula). Pablo, dice en 1Cor.4:11 "hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija, nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos".

Si los comerciantes de la fe de hoy escucharan un testimonio igual dirían: "este hermano debe estar en pecado, porque Dios no nos llamó a pobreza, no a ser cola sino cabeza, porque somos hijos de un Rey".

La iglesia, el pueblo espiritual de Dios, que no está bajo la ley sino bajo la gracia, somos salvos por medio de la fe. No necesitamos trabajar para ganar la salvación, porque ahora es un regalo, no un premio al esfuerzo personal.

Descansamos plenamente en la obra completa y perfecta que hizo el Señor Jesucristo en la cruz. Entonces es absolutamente lógico descansar el primer día de la semana, para luego trabajar los seis restantes.

Primero somos salvos, luego damos los frutos. Nuestras obras no son para asegurarnos nuestra salvación, sino como una consecuencia de ella.

Ahora el Domingo (el primer día de la semana) es el día del Señor, inclusive el mismo Señor, después de su resurrección comenzó a reunirse con sus discípulos los días Domingo y no el Sábado (Jn.20:19 y 26).

Sabemos por la Biblia que la ley fue HASTA Juan, como dijo el Señor en Lc.16:16. Con el Señor resucitado, comenzó una nueva dispensación, la gracia.

Cristo bendijo el primer día de la semana al resucitar de entre los muertos un día Domingo, así lo entendieron los primeros cristianos que comenzaron a reunirse el día Domingo y no el Sábado (Hch.20:7).

En Jn.20:19 dice: "Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana (Domingo), estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos, por miedo de los judíos, vino Jesús".

Los judaizantes de nuestros días dicen: "los discípulos estaban reunidos el día Domingo por miedo a los judíos". Entonces uno legítimamente se pregunta ¿el Sábado no tuvieron miedo que no se reunieron ese día? Pero bien sabemos por el relato bíblico, que el miedo se apoderó de los discípulos desde el mismo día del arresto de Jesús, pero aguardaron hasta el Domingo para reunirse.

Y si este raciocinio pareciera insuficiente para algunos, las Escrituras añaden en el vrs.26 "Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro".

Ocho días después corresponde al Domingo siguiente. Ahora que ya habían visto al Señor resucitado, no existía razón para continuar con miedo, pero nuevamente un Domingo estaban reunidos y el Señor se reunió con ellos en ese día.

Aún en el Antiguo Testamento ya existía una mención especial para el día Domingo, u "octavo día" como aparece allí. Sabiendo que el séptimo día corresponde al Sábado, resulta fácil entender que el octavo es el Domingo.

En Lv.9 encontramos los sacrificios de Aarón y dice en el verso 1: "En el día octavo, Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel".

Luego en Lv.23 donde encontramos las siete fiestas solemnes, que eran figuras que tipificaban los diferentes aspectos de la obra de Cristo, dice por ejemplo en relación con la fiesta de las primicias, la cual era figura de la resurrección de Cristo (1Cor.15:23) en Lv.23:11

"El sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos, el día siguiente del día de reposo (es decir el Domingo). Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová".

Continúa en Lv.23 desde el vr.15, la descripción de la ofrenda mecida, más conocida como Pentecostés. Esta palabra no figura en el Antiguo Testamento, debido a que es un vocablo griego, idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, y significa 50 días o 7 semanas.

Dice en Lv.23:15 "y contaréis desde el día que sigue al día de reposo (nuevamente el día Domingo), desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida: 7 semanas cumplidas serán, hasta el día siguiente del séptimo día de reposo (es decir el Domingo) contaréis 50 días, entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová".

Bien sabemos que se reconoce universalmente como el nacimiento de la iglesia, durante la celebración de esa festividad en ese día, que correspondió al descenso del Espíritu Santo.

Si el Señor glorificó en forma tan especial el Domingo, reuniéndose en ese día con sus discípulos después de su resurrección, y si el Espíritu Santo también lo dignificó de forma tan especial descendiendo ese día de Pentecostés.

Y si los discípulos comenzaron a reunirse el día Domingo, como vemos en los relatos de los evangelios y en Hch.2:1 "cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos" ¿Por qué nosotros, que estamos siguiendo las enseñanzas bíblicas no habríamos de reunirnos el Domingo?

Aún después de años de su fundación, la iglesia primitiva seguía reuniéndose el primer día de la semana, el Domingo. Hch.20:7 "El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan (para celebrar la Cena del Señor) Pablo les enseñaba".

Aquí una vez más, los judaizantes de hoy, se ven forzados nuevamente a torcer las Escrituras. Ellos dicen: "los discípulos estaban reunidos en forma especial ese día, para escuchar a Pablo que había de salir al día siguiente". Entonces, si había de partir al día siguiente del Domingo ¿por qué no se reunió con ellos el Sábado?

La simple lectura de ese pasaje no resiste la interpretación antojadiza de los judaizantes, porque en el verso anterior (vr.6), dice que Pablo se había quedado allí siete días, y esto lo hizo para poder participar de la Cena del Señor. En el versículo 7 dice claramente que los discípulos se habían reunido: "para partir el pan". El motivo era la Cena del Señor que se celebraba el día Domingo.

En 1Cor.16:1-2 encontramos una vez más la referencia a la costumbre de las iglesias de reunirse el día Domingo, dice: "En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana (el Domingo) cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado".

Pablo, con la autoridad apostólica ordenó en todas las iglesias a los creyentes, entregar su ofrenda (no el diezmo) el día Domingo ¿por qué el día Domingo? Porque ese era el día en que se reunían todas las iglesias.

Resulta obvio entonces que los cristianos del Nuevo Testamento se reunían el día Domingo y no el Sábado.
Este cambio fue establecido por Dios, y no por un papa como aseguran los judaizantes.

El Señor que tiene autoridad por sobre los gobernantes de este mundo, utilizó al emperador romano Constantino, para que siglos más tarde fuera oficializado el día Domingo, como día feriado.

Y esto lo hizo el tirano, para congraciarse con la cristiandad que ya en forma masiva se reunía en ese día y lo tenían como día del Señor. Si la iglesia se hubiera reunido el día Sábado, Constantino habría establecido el Sábado como día feriado y no el Domingo.

Por tanto, resulta contundente a la luz de las Escrituras que el Sábado fue entregado como señal entre Dios e Israel. Y el día Domingo es el día del Señor para la iglesia.



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