Por Jack Fleming















Capítulo 16

"La Pascua para Israel. La Cena del Señor para la iglesia".


La Pascua en la Biblia es la festividad judía, que conmemora la salida de Egipto en el éxodo liderado por Moisés. Corresponde al primer mes del calendario religioso judío, aproximadamente al mes de Abril nuestro.

Sus instrucciones están en Ex.12, dice en el verso 2 : "Este mes os será principio de los meses, para vosotros será éste el primero en los meses del año".

Esta festividad, como todas las fiestas judías mencionadas en el Antiguo Testamento, era de exclusividad para la nación de Israel. Esto se puede apreciar en el cuidado con que Dios menciona en cada oportunidad: "Así dirás a los hijos de Israel". Fue de tal importancia para Israel, que Dios les ordenó comenzar el año a partir de esta festividad.

No hay otra en toda la Biblia que sea mencionada con tanta frecuencia. Llegó a ser el centro de la vida nacional, y no podría ser de otro modo, dado a que recordaba la salida de Egipto y el fin de los 430 años de esclavitud.

En Lv. 23, donde se mencionan las siete fiestas solemnes para Israel, comienza en el verso 1: "Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles".

Luego en el verso 4 continúa: "Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos, en el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová".

Dios indicó el día y la hora para celebrar esta festividad, según la forma en que ellos median el tiempo. Israel dividía el tiempo en doce partes desde la salida del sol hasta la puesta, correspondiéndole la hora sexta, al medio día, y la duodécima la última antes de ponerse el sol.

La expresión "entre las dos tardes", corresponde aproximadamente entre las tres de la tarde y la puesta del sol. Esto concuerda con la tradición judía y con el historiador Josefo, contemporáneo al Señor Jesucristo.

Dios ordenó que el cordero pascual debía ser sacrificado en ese día y a la hora señalada. Este sacrificio representaba a Cristo.

En Heb. 10:1 leemos: "la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan".

Heb.9:9 "Lo cual es símbolo para el tiempo presente".
Heb.8:5 "es figura y sombra de las cosas celestiales".

Por este motivo, venido Cristo, dice en 1Cor.5:7 "nuestra pascua que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros". Por lo tanto, si ya fue sacrificado el verdadero Cordero de Dios, hoy en día esa festividad fue anulada, porque la realidad que anunciaba ya llegó. Las sombras pasaron para dar lugar a lo que representaba.

El cordero pascual representaba a Cristo en todos sus sufrimientos, como lo describe Is.53:7 "como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores".

Ahora para la iglesia, el Señor también dejó una fiesta especial para que le recodásemos en su muerte y en su resurrección. La fiesta de la pascua fue anulada, pero el Señor nos dejó una nueva ordenanza, la Cena del Señor. La pascua miraba hacia adelante el sacrifico de Cristo, la Cena hacia atrás en un acto recordatorio.

Fue precisamente en el aposento alto, cuando estaba celebrando por última vez la fiesta de la pascua, que instituyó esta ordenanza para la iglesia, marcando el comienzo del nuevo pacto que hacía con ellos.

La Cena del Señor (o partimiento del pan) también pasó a ser el eje central en la vida del cristiano y la actividad principal de la iglesia, porque él estableció un principio básico en la relación del creyente con Dios: "Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad".

El motivo y su duración los establece en 1Cor.12:24/26 Para hacer memoria de él, y esto debe realizarse hasta que él venga.

Dios fue muy celoso para exigir fiel cumplimiento en cada uno de los detalles de los símbolos del pasado. Recordamos el caso de los sacerdotes Nadab y Abiú que hicieron todo según Dios les había ordenando, excepto que sacaron fuego para el incensario del lugar que no correspondía. Y por esa sola desobediencia, cayó fuego del cielo y los mató.

Todos los sacrificios que los israelitas efectuaban, debían hacerlo exactamente como Dios lo había mandado, de lo contrario no eran aceptos por el Señor. Nadie podía presentar un animal enfermo o con una pata quebrada.

Nada quedaba al criterio del hombre. Resulta hasta ridículo pensar tan siquiera, que alguien hubiera decidido presentar trocitos de cordero en vez de un cordero completo.

Sin embargo hoy, con cuanta ligereza se altera lo que Dios ha mandado respecto a la Cena del Señor, y aún así piensan que están agrando a Dios. Estos me recuerdan a los que el Señor castigó duramente por su pecado; habían hecho un becerro de oro para adorarlo, y sin embargo seguían diciendo que era "una fiesta para Jehová" (Ex.32:5).

El Señor dijo "Cena", pero algunos prefieren que sea "Desayuno", porque de esta manera les queda el resto día libre para ellos. Aunque claramente se aprecia en Lv.23:5 que la pascua debía celebrarse entre las dos tardes. Y bien sabemos que fue al finalizar esa fiesta que el Señor estableció la ordenanza de la Cena.

Inclusive la lectura correlativa de los evangelios, nos aclaran que sacó a Judas antes de participar del pan y la copa, y en Jn.13:30 dice: "luego salió; y era ya de noche".

También sabemos que la Biblia señala que la Cena del Señor debe realizarse todos los días Domingo. Los cristianos comenzaron a reunirse todos los días Domingo, como lo vimos en el capítulo anterior.

En Hch.20:7 se aprecia indubitablemente que no se reunían cualquier día para celebrar la Cena, tampoco que lo hicieran una vez al año, menos aún para la festividad que ha señalado Roma como "semana santa".

Para explicar su acomodación a la práctica de hacer la Cena una vez al año o una vez cada tres meses, o cuando les venga en gana, se revisten de una espiritualidad asombrosa. Dicen con el mayor grado de santidad posible: "si la hiciéramos todos los Domingos, se volvería rutinaria".

Pero lo que resulta curioso es que no se les vuelve rutinario recoger las ofrendas, no solamente todos los Domingos, sino que además todos los días de la semana, y algunos lo hacen hasta dos o tres veces por reunión.

Con razón hacen tantas reuniones durante la semana, porque además de las ofrendas, están las "ofrendas de amor", los números de la rifa y las demás cosas que les presionan a comprar en ese lugar que debería ser la casa de Dios, pero que la han trasformado en cueva de ladrones.

La Palabra de Dios establece que debe ser UN pan y UNA copa, pero eso a los hombres no les ha gustado y lo han cambiado por pedacitos de pan y por varias copitas pequeñas.

Esto correspondería al absurdo de pensar que un israelita, en vez de un cordero pascual, podía presentar según su gusto, chuletitas de cordero, porque eso era lo que le agradaba más a él y a su familia.

Podrán decir todos los argumentos humanos que quieran; algunos muy convincentes, como que eso lo hacen por motivos de higiene, o porque sería imposible de acuerdo al tamaño de sus iglesias. Pero la verdad incuestionable es que eso no corresponde a lo que el Señor ha ordenado.

¿Creen que el Señor no pensó en eso? ¿O que fue un error del Señor por lo cual hay que cambiarlo? ¿No han pensado estos hombres tan sabios (que se creen más sabios que el Señor) que al ordenar UNA copa, estaba regulando también el tamaño de la iglesia local?

¿No han considerado que hayan sobrepasado el número de hermanos que deberían estar en una iglesia local, si es que no pueden hacerlo con una sola copa como ordenó El Señor? Porque esto que vemos en el día de hoy: los grandes ministerios, las "catedrales" y las "sinagogas" nada de eso existe en la Biblia.

Los cristianos estuvieron durante tres siglos reuniéndose en casas, y en las casas partían el pan. Si se hubiera seguido el modelo bíblico, no tendríamos que lamentarnos como lo hacemos hoy, de los líderes que se han enriquecido y se han transformado en verdaderos faraones con poderes absolutos, llenos de riquezas como se le criticaba al Vaticano.

Además, habría existido una preciosa oportunidad para ejercitar verdaderamente los dones, en una expresión genuina de amor fraternal, que el Espíritu Santo ha entregado a cada uno en particular en cada iglesia local, donde realmente todos puedan conocerse y servir al Señor (1Cor.12:11).

A diferencia de esto, hoy encontramos iglesias de diez mil o cinco mil miembros, que están siendo administradas por un pequeño grupo que se ha adueñado del rebaño del Señor para trasquilar esas ovejas.

Si hubieran seguido el modelo bíblico, tendríamos cientos y miles de iglesias funcionando en las casas o lugares pequeños, donde cada uno habría podido ejercer su don como corresponde. Y no existirían las sumas de dinero que manejan en nuestros días, que ha traído tanta corrupción en las iglesias.

En 1Cor.10:16 dice: "La copa de bendición que bendecimos ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros con ser muchos, somos un cuerpo".

Claramente Dios manda que sea UNA sola copa, y UN solo pan. Cambiar esto, es anular todo el significado de la Cena del Señor y estar ofreciendo "fuego extraño" que Dios no ha mandado.

Un pan representa un solo cuerpo, el único, el de Cristo, del Dios manifestado en carne (1Tm.3:16). El verdadero maná que descendió del cielo (Jn.6:51).

Una copa representa un solo sacrificio, el cual se realizó una vez para siempre (Heb.10:12). Es el símbolo de esa sangre bendita que se derramó una sola vez.

El Señor dijo que toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra, pero algunos hombres se creen con mayor autoridad y sabiduría que él para cambiar lo ordenado por el Rey de reyes.

Así como Dios exigía fiel cumplimiento para la celebración de la pascua en todos sus detalles, lo mismo demanda para la Cena del Señor. Son dos festividades diferentes, una para Israel, la otra para la iglesia, pero ambas las ha instituido el mismo Dios, quien demanda la misma obediencia y fidelidad.



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