Cantar de los Cantares

MENSAJE N °
9
Por Jack Fleming
Cant. 6: 1 - 11
"¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más
hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, y lo
buscaremos contigo? Ella responde: "Mi
amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para
apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi
amado, y mi amado es mío, él apacienta entre
lirios. El esposo habla a la esposa: "Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa, de desear, como
Jerusalén, imponente como ejércitos en orden. Aparta tus ojos de
delante de mí, porque ellos me vencieron. Tu cabello es como
manada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus
dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, todas con
crías gemelas, y estéril no hay entre ellas. Como cachos de
granada son tus mejillas detrás de tu velo. Sesenta son las
reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número, mas
una es la paloma mía, la perfecta mía, es única de su madre, la
escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la
llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la
alabaron. Las amigas preguntan: "¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la
luna, esclarecida como el sol, imponente como ejército en
orden? El esposo dice: "Al huerto de
los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si
brotaban las vides, si florecían los
granados".
Las amigas de la esposa, después de escuchar la
descripción tan fervorosa y apasionada, también desean salir en su
busca. ¿A dónde se apartó tu amado, y lo buscaremos contigo?
Ella
responde: "Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las
especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los
lirios".
Ella había acudido a las hijas de Jerusalén, para que la
ayudaran a descubrir el paradero de su amado, pero luego de esa
descripción detallada y tan llena de pasión, descubrió dónde
encontrar a quién amaba su alma.
En forma repentina, la luz
interior había brillado y esparció claridad en su mente y en su
corazón. El amado estaba cerca, dentro de ella; siempre había estado
presente en su huerto.
Cuando los creyentes se juntan para hablar
de su Señor, él está allí presente. Esa fue la promesa que nos dejó:
"donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos".
Esa fue la experiencia de aquellos dos camino a
Emaus que iban conversando acerca del Señor. Cuando éste se les
acerca y les dice: ¿qué pláticas son estas que tenéis entre
vosotros?
"Yo soy de mi amado, y mi amado es mío, él apacienta
entre los lirios". Ella comprendió que aunque sus sentimientos
podían ser fluctuantes, el pacto que la unía a su amado era eterno.
Porque aunque nosotros seamos infieles, él permanece
fiel.
"Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa, de desear, como
Jerusalén, imponente como ejércitos en orden". El amor que ella
sentía por él, y todo lo que veía en él, la estaba transformando a
ella a la semejanza del carácter del Rey.
Él la llamó "la ciudad
santa". Comparó su hermosura y esplendor, con la esposa ataviada
para su marido, que corresponde al lenguaje del apóstol Juan en Ap.
21: 2
"Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido".
Así la veía él, diáfana y radiante, imponente como ejércitos en
orden.
Esto nos indica que ella no solo era hermosa, sino que
también fuerte como una hueste celestial. El Señor ama en los suyos,
no solo su belleza espiritual, sino su carácter imponente, que les
hagan el terror de sus enemigos.
Estas deberían ser cualidades en
todos los hijos de Dios, porque ahora somos más que vencedores y nos
ha hecho partícipes de su victoria.
Cristianos derrotados es una
incongruencia, él se goza en nuestras victorias y desea que haya
cada día un progreso espiritual; que seamos transformados
diariamente de gloria en gloria, ésta es característica de todos
los que verdaderamente son hijos de Dios.
Aquel que únicamente es un
religioso, que nunca ha nacidos de nuevo, no puede ir
transformándose cada día de gloria en gloria. Y su experiencia será
de caída en caída, o como lo expresan en su hablar diario: "están
detenidos".
El verdadero creyente jamás se "detiene", porque
prosigue diariamente su caminata hasta llegar a la ciudad celestial.
Es verdad que muchas veces nuestra carne se revela y queremos
soltarnos de la mano del Señor.
Pero permanecemos asidos a él, no
por nuestras fuerzas, sino por la fuerza suya; al igual que un padre
que lleva de la mano a su hijo pequeño, aunque el niño luche por
soltarse, permanecerá tomado de la mano de su padre, porque eso
depende de la fuerza del adulto la cual es muy superior.
A eso
se refiere la Palabra de Dios cuando dice que: "si fuéramos
infieles, él permanece fiel". También en Jeremías lo describe
magníficamente, Jer.20: 7 "Me sedujiste, oh Señor, y fui seducido;
más fuerte fuiste que yo, y me venciste".
Ahora el esposo le dice
a ella: "Aparta tus ojos de delante de mí, porque ellos me
vencieron". Tus ojos hablan y me anonadan, me cautivan. Se siente
subyugado en forma irresistible por la fuerza de tal amor.
"Tu
cabello es como manada de cabras que se recuestan en las laderas de
Galaad. Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,
todas con crías gemelas, y estéril no hay entre ellas. Como cachos
de granada son tus mejillas detrás de tu velo".
El cabello nos
habla de dedicación y consagración, cualidades que él admira en su
amada. No sólo es hermosa externamente, sino que su belleza brota
desde su interior, lo cual la hace doblemente atractiva.
La
referencia a sus dientes, destaca la capacidad de digerir alimento
sólido, la verdad espiritual que Dios quiere compartir con todos
aquellos que han alcanzado madurez.
Sus mejillas detrás de su
velo, indican su belleza escondida para el mundo, pero muy apreciada
por él. Es algo que solamente él, debido a su cercanía y amor puede
apreciar.
La reiteración de la alabanza del esposo, la cual es
muy similar a la que encontramos en el capítulo 4, nos indica que el
amor del Señor nunca cambia. Su amor es eterno e inmutable.
Es más,
no está afecto a nuestras faltas, porque ninguna de ellas fue una
sorpresa para el Señor, él conoció todas nuestras transgresiones,
aún desde antes de la fundación del mundo. Eso sí que nos llena de
asombro y gratitud, nos amó conociendo todos nuestros pecados, desde
nuestro nacimiento y hasta nuestra muerte.
"Sesenta son las
reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número". El
rey Salomón es figura del Señor en su condición de Rey, pero en su
propia vida personal estuvo muy lejos de reflejar algo de la
santidad de Cristo.
Individuos inescrupulosos, para justificar su
propio pecado de poligamia y vida de lujuria, citan con mucho
descaro el pecado de Salomón. Pero lo que omiten decir, es que
efectivamente el rey Salomón tuvo muchas mujeres, pero ese pecado no
está registrado en las Sagradas Escrituras para que le imitemos, muy
por el contrario, para que no lo hagamos. Por este motivo la Biblia
también relata el castigo que Dios mandó sobre Salomón por ese
pecado.
En 1Ry.11 tenemos consignada la sanción e inhabilitación
que recibió por parte de Dios a consecuencia de ese pecado. Vr. 9 "Y
se enojó Jehová contra Salomón", y añade en el vr.11: "Por cuanto ha
habido esto en ti, romperé tu reino, y lo entregaré a tu siervo. Vr.
23 "Dios también levantó a Rezón, hijo de Eliada, y fue adversario
de Israel todos los días de Salomón". Vr.39 "Yo afligiré a la
descendencia de David a causa de esto".
Muchos de los personajes
bíblicos pueden en alguna medida ser usados como tipología del
Señor, pero debido a su condición de descendientes de una raza
caída, ninguno puede en plenitud representarlo.
Esa es la razón por
la cual la Palabra de Dios tiene que utilizar muchas figuras, para
que cada una represente una cualidad del Señor. La perfección de
Jesús es tal, que ningún ser humano puede simbolizar su persona
santa y divina.
Las figuras y personajes que emplea la Biblia
para hablarnos de Jesús, son como los diferentes colores que emanan
de un gran diamante, cada una de sus caras irradia un color
diferente, pero el conjunto de todos ellos es la luz blanca que nos
habla de Su santidad divina, que no puede ser comparada con nada
creado.
Después de esta aclaración, volvamos a nuestro pasaje de
Cantares en el verso 9 "Mas una es la paloma mía, la perfecta mía".
La compara a una paloma, porque sus ojos están fijos en Cristo, y
perfecta, en el sentido de ser completamente rendida a él.
Las
amigas preguntan: "¿Quién es ésta que se muestra como el alba,
hermosa como la luna?". De ella han huido las sombras, no hay
oscuridad, porque es hija de la luz, y en la comparación con la
hermosura de la luna, nos recuerda que su luminosidad no es propia,
sino que es el reflejo del sol de Justicia.
El esposo dice: "Al
huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle".
Los
nogales abundaban en la parte norte de Israel. Las nueces tienen una
cáscara dura que las protege, aunque caigan al barro su fruto no se
echa a perder. Esto nos habla de la seguridad del creyente, como fue
el caso del hijo pródigo.
También nos indica que en el creyente,
para extraer su fruto, debe primeramente producirse un
quebrantamiento, sólo así podrá provocarse una liberación real del
Espíritu Santo que mora en nosotros. Y éste podrá fluir como ríos de
agua viva, que regocijan al cristiano y a su Señor.
Que estas
breves reflexiones nos sirvan para animarnos a disfrutar de una
comunión más íntima y personal con nuestro amado
Salvador.
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