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SEMEJANZAS ENTRE
CATÓLICOS Y
PSEUDO EVANGÉLICOS

CAPÍTULO 2

"Roma añadió libros Apócrifos"

Con la ayuda del Espíritu Santo y la autoridad de la Biblia, daremos un vistazo a la historia para considerar la segunda semejanza que hemos señalado: "Roma añadió libros apócrifos y la tradición, hoy los pseudo evangélicos están añadiendo nuevas revelaciones".

Dios reveló su Palabra a los santos hombres de la antigüedad, y ésta fue escrita en rollos de cuero y posteriormente en papiros.

El cuidado, preservación y copias de estos rollos, Dios la encomendó a su pueblo escogido, Israel. Dice la misma Biblia en el Nuevo Testamento en Rm. 3:2 "A los judíos les ha sido confiada la Palabra de Dios".

Este pueblo que la iglesia católica discriminó y persiguió durante siglos, principalmente durante las cruzadas y la inquisición, período que abarca desde el siglo XI hasta principio del siglo XX.

En la 2ª guerra mundial el Vaticano no sólo bendijo las armas de Hitler y Mussolini, sino que firmó un concordato con los dictadores que consolidó al Vaticano como un estado independiente, donde emergió como un poderoso imperio económico.

Las cruzadas y la Inquisición son un período de asesinatos masivos que organizó la iglesia católica. Dice la historia que asesinaron aproximadamente a 65 millones de cristianos y judíos durante la llamada "Santa Inquisición".

Este horrible genocidio que fue escrito con la sangre de tantos millones de mártires, comenzó a fines del siglo XI. Fecha que hemos de tener presente para comprender cuál fue el verdadero motivo y contexto histórico que impulsó a la iglesia católica añadir los libros apócrifos, los cuales fueron reconocidos oficialmente por Roma recién en el concilio de Trento, en el año 1546.

También es importante destacar que la Reforma había tomado cuerpo para comenzar una labor más pública y masiva, con las 95 tesis que clavó el monje Martín Lutero el 31 de Octubre de 1517 en las puertas de la iglesia de Witemberg.

Dios dice, y aún lo transcriben correctamente en sus Biblias católicas en la Epístola a los Romanos cap. 3:2 "a los judíos les ha sido confiada la Palabra de Dios".

Pero los líderes católicos en un desprecio absoluto por la Palabra de Dios y su pueblo escogido, Israel, hicieron caso omiso a la supremacía del Señor y añadieron libros apócrifos o deuterocanónicos, como ellos los llaman.

La Palabra "apócrifo" proviene del griego "apokrupha" y significa "no reconocido" o "no canónico", es decir, que no corresponde al canon de las Sagradas Escrituras.

La Biblia tiene una división natural de dos Testamentos, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Al antiguo corresponden todos los libros sagrados que se escribieron antes de la venida del Señor. El Nuevo Testamento contiene los libros que se escribieron con posterioridad a su venida.

El Nuevo Testamento contiene 27 libros, que son exactamente iguales en las Biblias católicas y las Biblias de los cristianos evangélicos. Vale decir que en el Nuevo Testamento no existe ninguna diferencia, el problema radica en el Antiguo Testamento.

Los judíos siempre han reconocido hasta nuestros días, únicamente los 39 libros del Antiguo Testamento que existen en nuestras Biblias.

El Señor Jesucristo ni sus apóstoles, jamás hicieron una sola referencia a los libros apócrifos, aun considerando que en el Nuevo Testamento existen alrededor de 260 citas recopiladas del Antiguo Testamento y 370 alusiones a pasajes del Antiguo Testamento.

Por lo tanto, si ni los judíos, a quienes les fue confiada la Palabra de Dios, ni el Señor Jesucristo, ni sus apóstoles reconocieron como inspirados divinamente los libros apócrifos. ¿Por qué 53 obispos en el concilio de Trento en el año 1546, fecha en que se hallaba en pleno apogeo la Reforma, insistieron en considerar a los libros apócrifos dentro del canon de las Escrituras, elevándolos a un mismo nivel de los 39 libros del Antiguo Testamento? Es decir, dándoles el reconocimiento oficial de Roma de que esos libros también eran inspirados divinamente.

Primero hemos de señalar cuáles son los libros apócrifos y cuál es su origen. Decíamos que los judíos fueron muy celosos con la misión que Dios les encomendó de preservar su Palabra. Ésta estaba escrita en rollos y como todo estudiante de la Biblia, poseían además otra literatura clásica de la época, pero que ellos nunca la reconocieron ni la reconocen en el día de hoy como inspirada por Dios.

Entre esa literatura anexa, estaban los siguientes rollos: Tobías - Judit - I y II de Macabeos - Sabiduría - Eclesiástico - Baruc - Las adiciones al libro de Ester - La epístola de Jeremías - La oración de Azarías - Susana - El dragón y la campana - La oración de Manasés. Todos ellos eran alrededor de 15 rollos o libros como diríamos en nuestros días.

El Antiguo Testamento hebreo con sus 39 libros fue concluido 400 años antes de Cristo. En el siglo II antes de Cristo, es decir 200 años antes que viniera el Señor Jesucristo a la tierra, se hizo una traducción al griego, en Alejandría, Egipto; no por motivos religiosos sino culturales.

Egipto nunca ha sido un país cristiano. Esta tarea fue encomendada a 70 estudiosos para completar la biblioteca de Alejandría, que tanto les enorgullecía en esa época. Razón por la cual no solamente tradujeron los 39 rollos del Antiguo Testamento, sino que además, los clásicos de entonces, es decir, incluyeron en su biblioteca los escritos apócrifos.

Estos 70 estudiosos trabajaron separadamente para una vez finalizada su labor, confrontarla y corregirla. Se hicieron varias copias de todos los libros de la cultura judía. Esas traducciones, conocidas como la Septuaginta, contenían los 39 libros del Antiguo Testamento, más 12 a 15 libros apócrifos que también fueron traducidos para enriquecer la gran biblioteca de Alejandría, en un esfuerzo para conservar la literatura de la época. Recordemos que ellos no eran cristianos, su interés fue meramente cultural.

No todas las copias contenían la misma cantidad de los libros apócrifos, porque los traductores, hombres cultos, conocían que esos libros eran de menor significancia.

El historiador Josefo en el año 90, escribe una lista de los libros sagrados para los judíos y no incluye ni uno solo de los apócrifos. En el siglo V de nuestra era, Jerónimo un fraile católico hizo una traducción al latín utilizando la Septuaginta e incluyó algunos libros apócrifos, pero declaró enfáticamente en su propia introducción que estos no formaban parte del canon inspirado de Dios.

Fue lamentable que los incluyera en su traducción, porque pese a su propia aclaración fue usada en el concilio de Trento para reconocerla oficialmente como la traducción oficial de Roma, incluyendo los 7 libros apócrifos que Jerónimo había traducido. Esta versión fue llamada La Vulgata.

Las opiniones dentro de la iglesia católica estaban muy divididas para aceptar los libros apócrifos, aún en el mismo concilio de Trento varios obispos se opusieron. Pero a partir de ese año (1546) el Vaticano ahogó todo intento de discrepancia, obligando al clero a aceptar esos 7 libros apócrifos y condenando como herejía a quienes se opusieran.

Considerando que el último libro del Antiguo Testamento fue escrito 400 años antes de Cristo, y que el concilio de Trento se realizó 16 siglos después de Cristo, queda de manifiesto el hecho irrefutable que la inclusión de los 7 libros apócrifos fue hecha por el Vaticano, 2 mil años después que se escribiera el Antiguo Testamento.

La razón más poderosa que tuvo el papa para añadir 7 libros apócrifos en el Antiguo Testamento, fue porque en ellos creyó encontrar algún argumento contra las fuertes voces de protesta que muchos monjes estaban levantando contra la corrupción de Roma, especialmente la venta de indulgencias, es decir, la venta del perdón de pecados que hacía la iglesia católica por medio de un documento oficial que comercializaban sus emisarios, los frailes que se dedicaban a tan denigrante labor de recaudar fondos destinados a aumentar las arcas del Vaticano, que según decían, necesitaban para construir la Basílica de Roma.

La Reforma había logrado gran fuerza. Su argumento más sólido estaba basado en la Palabra de Dios como única fuente de verdad, atacando las doctrinas y prácticas católicas como anti bíblicas. Así que la estrategia de Roma fue elevar la tradición que es de origen humano, al mismo nivel de autoridad que la Palabra de Dios, confundir al pueblo y acallar a esos monjes reformadores dictaminando en el concilio de Trento, que la única Biblia oficial de la iglesia sería La Vulgata, donde serían incluidos y reconocidos como inspirados 7 de los 15 libros apócrifos los cuales servían para sus intereses, dejando de lado los otros 8 libros que también habían sido traducidos en la Septuaginta de Alejandría.

A partir de entonces, 2 mil años después que se escribió el Antiguo Testamento, Roma obligó a todos los católicos a reconocer y aceptar como Palabra de Dios los libros de: Tobías - Judit - I y II de Macabeos - Sabiduría - Eclesiástico y Baruc, que los judíos hasta nuestros días desconocen como inspirados, lo mismo que los cristianos evangélicos.

Ninguno de los escritores de estos libros apócrifos tampoco dicen que estén hablando por mandato de Dios, es más, algunos explícitamente lo niegan. Como en el prólogo de Eclesiástico, I Mac. 4:46, 9:27, etc. En II Mac. 2:3 dice el autor: "todo esto expuesto en 5 libros por Jasón de Cirene, INTENTAREMOS NOSOTROS compendiarlo en uno solo"...y concluyendo el II libro de Mac. dice el autor en el Cap. 15:38 "Si ha quedado bello y logrado en su composición, eso es lo que yo pretendía; si imperfecto y mediocre, he hecho cuanto me era posible". Ningún lector inteligente pondría en duda que es un libro de origen humano. Cuando el mismo autor afirma que no lo es.

Estos libros no añaden nada de la voluntad de Dios, ni en relación con Israel y menos aún con la iglesia. Ellos narran, particularmente 1 y 2 Mac., sucesos del pueblo judío, pero con muchos errores históricos y geográficos. Sin embargo la mayoría deben ser clasificados como novelas religiosas de ficción y fantasía. Abundan las repeticiones de detalles triviales de escaso interés. En cambio son numerosos los errores que contienen.

Citaré sólo algunos ejemplos. En el libro de Judit Cap. 1 vrs. 1-7 llama a Nabucodonosor, rey de Siria y declara que él reinó en Níneve, pero la historia nos dice que el único rey que existió con ese nombre fue el rey de Babilonia, esto es también lo que la Biblia confirma.

En Tobías, un ángel se presenta y dice una gran mentira, sostiene que él es Azarías el hijo de Ananías. Pero muy bien sabemos a la luz de la Biblia que un ángel es una criatura espiritual y no puede ser engendrado por un hombre. Los ángeles no son engendrados, fueron creados por Dios.

El libro de Baruc sostiene haber sido escrito por un hombre que se identifica como secretario de Jeremías y cita el libro de Daniel. El libro de Daniel no fue escrito hasta muchos años después de Jeremías, porque Jeremías escribió al comienzo de los 70 años de la cautividad y Daniel al final.

Estos libros enseñan principios opuestos a lo revelado por Dios, por ejemplo Dios dice en Ef. 2:9 que somos salvos por fe no por obras. En el libro de Tobías se realza la importancia de las obras, principalmente la donación de dinero para agradar a Dios y obtener el perdón de pecados. Estas eran las enseñanzas que Roma necesitaba para justificar la venta de indulgencias.

Quizás también sea la razón por la cual algunos líderes ecuménicos de nuestros días, que también se dedican a la inescrupulosa práctica de recoger dinero atribuyéndose la representación de Dios, porque piden dinero para Dios, no para ellos; estos personajes ecuménicos han consentido en publicar una Biblia que contenga los libros apócrifos, porque parece que se cansaron de repetir y atemorizar al pueblo de Dios con los mismos versículos sacados de contexto: "Dios ama al dador alegre" o "vosotros me habéis robado". Qué irónico resulta escuchar en ellos esta acusación ¿Quién es el que está robando? ¿Ellos o el pueblo de Dios?

En el libro de Tobías Cap. 12 vr. 9 dice: "La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado". Como se regocijarían de poder predicar sobre estos pasajes, los líderes religiosos de nuestros días que han hecho del pedir dinero una profesión.

O sobre Tobías Cap. 4:10 "Porque la ofrenda libra de la muerte e impide caer en las tinieblas", o en el cap. 10: vrs 10 y 11 "Por haber practicado la limosna, se libró Ajikar de la trampa mortal que le había tendido Nadab...Ved, pues, hijos, a donde lleva la limosna y a donde la injusticia: a la muerte" y sobre la palabra limosna, añaden un asterisco para agregar la interpretación oficial de Roma, dice la nota al margen: "limosnas" aquí significan "todas sus buenas obras".

Una interpretación de esta naturaleza sólo se puede comparar a la estupidez del que predicaba que Adán pagaba el diezmo en el jardín del Edén y cuando dejó de pagarlo, Dios lo expulsó. Seguramente que si se añadieran estos libros apócrifos, los líderes ecuménicos de nuestros días incluirían también una nota al margen diciendo: "limosna aquí significa el diezmo y las ofrendas".

Realmente no hay temor de Dios, el hombre codicioso, por amor al dinero es capaz de cualquier cosa. No solamente de torcer la Palabra de Dios, sino que también de añadirle todo lo que sirva para satisfacer su codicia. Pero gracias sean dadas a Dios que el Señor dijo para nuestra tranquilidad y confianza en la Biblia: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán".

La Palabra del Señor ha permanecido incólume a través del tiempo. Los judíos tienen hasta el día de hoy una Biblia que es exactamente igual a nuestro Antiguo Testamento, con sus 39 libros. El total de los libros que contiene una Biblia cristiana son 66 libros inspirados por Dios. Los católicos, aunque han añadido 7 de los 15 libros apócrifos al Antiguo Testamento, sus Biblias contemporáneas traen una nota aclaratoria en cada uno de ellos.

Por ejemplo, en la Biblia Jerusalén dicen en la Pág. 531 en la introducción a los libros apócrifos de Tobías y Judit: "No tienen un texto del todo seguro. El libro de Tobías depende de un original semítico que se ha perdido. También se ha perdido el original hebreo del libro de Judit. Es dudoso que esté representado por ninguno de los textos hebreos que circularon en la Edad Media. Entraron tarde en el canon de las Escrituras. La Biblia hebrea no admitió los libros de Tobías y Judit, ni tampoco los aceptan los protestantes. Se trata de libros deuterocanónicos que la iglesia católica ha reconocido tras algunas vacilaciones en la época patrística".

Y otras aclaraciones similares añaden en cada uno de los 7 libros apócrifos. Yo solo estoy exponiendo los hechos, la historia no se puede cambiar. Las conclusiones sáquelas Ud. mismo.

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